lunes, 6 de octubre de 2008

... Carta al Mayor de los Carrasquedo...

Como Sabines preparo el corazón. Como él, le escribo a mi viejo en mis tiempos, los míos  jóvenes, los de él ya viejos. Preparo todo para hablarle a mi viejo, hablarme a mi por mi viejo, hablarle a todos por mi viejo.

 

I

Mi largo y mas eterno anciano. Mi más extraño amor. El hombre que más caro le ha salido a la familia.

Te nos vas anciano viejo, y nada podemos hacer para que no sea así. Le rogamos a San Judas, al Santo Niño, a la Soledad, a Guadalupe y a Juquila, a San José y al Señor del Rayo, A Dios Padre, a las Ánimas Benditas y a todo el coro celestial para que no te vayas. Pero están dormidos. Tu los dormiste. Se quieren dormir contigo. Te los llevas viejo.

Nada podemos hacer para que no sea así. Te nos vas viejo santo.

Eres de una familia vieja, y viejo, te nos vas. Tanto caminaste, tanto construiste y ahora todo se destruye  contigo. Los Carrasquedo lloramos, sufrimos pero nunca perdonamos. No nos enseñaste a eso Viejo largo. Te nos vas, y no te perdonamos. Siempre recordaremos que nos dejaste, que te fuiste y solos, solitos nos dejaste. No te perdonamos viejo.

Viejo, y mil veces viejo, Fleuri, fuiste grande desde el principio, desde niño siendo el más pequeño fuiste el más grande de todos los tuyos. Ni Pancha. Ni Ricardo. Tu fuiste el Mayor de todos los Carrasquedo.

Anciano fuerte. Nunca me pareciste viejo hasta que te vi hace semanas, enfermo, todos los años se te fueron encima y no pudiste más que hacerlos notar. Tus setenta y tantos se te fueron encima, mi viejo. Y después en una cama. Viejo, ¡¡Tu en una cama!! envejeciste y llegaste hasta la muerte.

Largo, mi más largo viejo. La vista era con mucha luz. Un pasillo largo como tu vida, largo como tu muerte, eso era lo que vimos. Todos los Carrasquedo estábamos. Vimos ese pasillo. Largo y blanco como tu muerte.

Te nos vas viejo chulo. Y ¿que haremos nosotros sin ti? ¿qué hará la vieja? ¡Nada! anciano de todos los años, nada podremos hacer sino sobrevivirte y pensar en que la abuela quizá te siga. Demonios!! los que aman se van en par.

Te vi acostado en tu hamaca, esperando algo, la muerte quizá, o la vida tal vez. Pero esperabas anciano. Esperabas que todos tus pecadas fueran olvidados. Que a los que lastimaste te olvidaran. Pero no Fleuri, ellos no olvidan. Te vi acostado. Y pensé que algo esperabas. Pero quizá yo y todos éramos los que esperábamos.

¡¡¡Ay, Mi Viejo!!! Te falto tiempo y a mi me sobraron palabras. Porque no te fuiste hace 20 años, cuando nada de esto sabría. Porque no te fuiste ayer o por lo menos espera diez años. Pero no ahora. Ahora me dueles señor. Me dueles mucho. No te vayas Viejo, no ahora.

Ahora es cuando todos dejaremos las mascaras mi anciano. Quizá está sea tu última travesura. Los Carrasquedo no somos buena gente. Lucharemos y buscaremos culpables, porque siempre hay culpables, y nunca lo serás tu. Mientes por última vez. Queremos que nos mientas. Tu no fuiste. Fue otro.

Mi viejo gordo. Te vi delgado y no quise que fueras tu. Te vi sin color sin fuerza sin insulto y nada de eso eras tu. El ¡pendejo! no suena ya igual sin tu boca. La lengua ha perdido a uno de sus más grandes expositores. Javier Fleuri no te calles. Hablame que sin ti soy uno más.

Creo que tenemos hambre de ti. Una oscura sensación de complacencia recorre tu cama, hay deseos que entran en tu garganta agujerada, hay mentiras que tus ojos ya no pueden ver. Te rodeas de tu vida, y ella te lleva a la muerte. Acaso tus hijos, mi querido viejo, tienen tanta hambre de ti que morirte les falta.

Te festejamos viejo. Porque así te volviste patriarca de una Familia que no te amó sino hasta que te volviste, viejo. Viejo fuiste bueno y viejo te volviste patriarca. Sólo así te ganaste a todos por hechos y no por herencia. Fuiste bueno a pesar de tu sangre, bueno a pesar de tu pasado, bueno a pesar de tu familia, bueno a pesar de ti. Mi viejo, eres bueno. Al fin.

Todos lloramos que estés en una cama. Fumamos como nunca y solos nos vamos a nuestros rincones a llorarte, solos. Porque el llanto es algo muy privado, muy de uno. Fleuri. Tus hijos te lloran y te fuman. Quieren que te vayas en una bocanada, en una lágrima. Te nos vas anciano, y en estos, nuestros días más largos queremos que te quedes para siempre con nosotros.

Así será aunque te vayas. Así será aunque te enterremos con tierra pesada y nada pueda salir, porque te enterraremos, bajo tierra y piedra, bajo millones de lágrimas y millones de lamentos. ¡¡Carrasquedo!! Te enterramos para que no salgas, con toneladas de flores y de cariños. Nadie saldrá de ahí. Ni un Carrasquedo.

Te quedaras con nosotros. Encerrado en nuestras mentes, serás un recuerdo de cada uno de nosotros, desde el que aún no nace hasta de aquel que te sigue de cerca. Ahí, Fleuri, ahí te quedarás. Con nosotros. Hasta que nosotros muramos y alguien más nos encierre, como a ti, en un recuerdo eterno.

Morimos Fleuri, morimos, y tu te nos vas primero. Espéranos Fleuri, que ya te queremos alcanzar. Espéranos que si te nos vas, nosotros no podremos no seguirte. Espera Carrasquedo. Espera a los otros como tu. A tus hijos y nietos que como tu. Ya de viejos serán buenos.

lunes, 29 de septiembre de 2008

A Pedro...

Contarte mi verdad quiero, la verdad del tiempo ya muerto y del tiempo aún no vivo. Y te la cuento a ti con más dificultad porque me es extraño contarle a un igual.

Diferente somos cierto es, fue lo primero que descubrimos al conocernos, conocernos que fue fácil, ahora suena fácil, pero llevo tiempo, mucho y parece que sólo este año es el que recuerdo, y mayor el recuerdo es pues este año mejor nos conocimos, nos vimos como realmente somos: débiles.

Difícil es para mi recordar antes, es eclipsado por la luces de esperanza, verdad y orgullo de este año.

Recordemos pues, juntos lo pasado en este tiempo.

Se podría decir que el año, nuestro año, comenzó en ese encuentro fortuito, ese día en el que era alcohol, donde me encontraste destrozado, vomitando rencor y sangre coagulada; donde te conté mi carga. Conociste antes que nadie mi derrota más larga, mi herida por el  arcángel.

Listo para aceptarlo no estaba y me escudé en el alcohol, los dos ya lo sabíamos, los dos nos callamos. Tú, no sé por qué, respeto, miedo o indiferencia. Yo, yo por precaución, no estaba listo para una derrota nueva.

El tiempo pasó, la verdad no podía ser vista todavía, sería hasta que sanara, sané. No te lo dije hasta tiempo después, mis 18 fueron la fecha, ya lo sabíamos, pero de mi boca sobria no había salido, tuvo que salir.

Ese día también me doliste, mi boca fue dura, mi boca escupió la verdad cruda, veneno parecía y tú lloraste sangre. Como nunca te había visto te vi, humano me pareciste, demasiado. Decepcionado estaba por tu beligerante fuerza ya derrotada, mi inocencia maldita triste te hacía.

Reclamos recuerdo haber recibido, tus reclamos. Pero yo no era culpable, todos, nosotros cuatro, debimos ser condenados, malditos éramos ya todos.

De ahí de derrota gloriosa en derrota gloriosa te vi, perdías y no lo quisiste notar, no podías notarlo, caíste en una prisión armada por tus pasiones. Ni tu soberbia te salvó, seguías igual. Inteligente ya no eras, triste observaba tu camino, lo sabía todo, títeres parecían...Al que nunca pensé manejar, manejado lo tuve. Nunca creo yo lo supiste.

Contigo las platicas pocas fueron, pero suficientes para crecer y conocernos. Admiro tu franqueza y tu falta de tacto, masculino te celebraba, solo al igual te celebraba. Un error que aprendí a querer te encontré: tanto hablabas, tanto berreabas y ladrabas y al final nada hacías, oculto estás, necesitado de algo está. Lo sé pues lo reconozco en mí. Vez, no tan diferentes somos.

Sabes que mucho veneno sale de mi boca, sabes que contigo no puedo, no eres fácil, bastante bien me conoces, mejor que ellas; contigo no sirven las mascaras. Pero al igual sabes que bien te conozco y que al igual conmigo no sirven las mascaras. Perro no come perro.

Por eso nos llevamos también, porque como dijiste alguna vez "me gusta que me peguen" al igual que a ti. Te quiero por eso, por ser mi conciencia franca, mi brillante oscuro.

No sé si te parezca que te escriba, no sé si estás de acuerdo con lo dicho; a veces la verdad pesa, y mucho. Al igual tú me pesas. Tu recuerdo me pesa, siento que algo te falta, algo no he dicho, no sé que podrá ser. Algo oscuro se vislumbra. ¡No! no lo es tanto, es sólo la brillantes de la verdad.

Verdad incómoda, verdad engañada, verdad olvidada, esa no será escrita, no tiene porque. O ¿si?

Pensemos, busquemos qué es lo que tenemos. Esa amistad y ese cariño no dicho. Contaremos siempre con nosotros, yo con tu ironía y tu masculinidad, tu con mi frialdad y egoísmo. Pero todo se va cuando cervezas hay en la mesa. Somos nosotros y somos libres. Contigo contaré siempre y tu contarás conmigo, trascendemos eso, llegamos a más, llegamos a todo lo no dicho.

Situación extraña es la mía, pues dos de mis amores se aman con pasión. No es extraña, difícil  es.

¡¡Todo lo sé!!

Sus secretos me cuentas, su verdad escondida del otro me dicen sin ser mentira real. Actos ciegos me cuentas, sordo he sido entonces. Todo se vuelve negro. La actitud impúdica se vuelve en mis oídos, en mis ojos la verdad se transforma en puta y vende su cuerpo al mejor postor.

Ciego, sordo y estúpido por ti y por ella me vuelvo. A los que amo, a esos en lo que odio me hacen convertirme, me odio amándolos. Nada te reclamo, más bien suplico, suplicas de razón compartida te pido. Comprende lo sucedido. Perdóname por lo hecho, excúsame por lo no hecho, no me culpes, no me condenes, no tu.  Mi propia conciencia me condena, mi penitencia son ustedes.

Perdón te pido, no sabrás por qué, sólo perdóname y no me condenes, no ahora, no por eso.

Dudas te devoran ahora, ¡¡mátalas!! Ellas no existen, no deben existir, no ahora... pero y si así es, sobrellévalas, no te mataran... Asesínalas tú, cometelas con desdén y en un futuro las vomitarás, y la verdad en ellas escondida por fin verás.

Me resta... tu me restas.

Extraño tu lengua ponzoñosa, tu palabra fuerte, tu sarcasmo golpeante y tu ironía hiriente. Todo eso que es tu amor  disfrazado. Lo sé. Yo también me disfrazo.

Cuídalas. Te necesitan.

 

image image image image image image image 

 

Miércoles 22 de Octubre del 2003.

00:47 horas.

domingo, 7 de septiembre de 2008

A Daniela I

Pequeña mujer. Mujer de enorme voluntad, de pocas ganas pero de sobrada voluntad; ¿Acaso nuestro destino nos unió para hacernos más grandes de lo que ya éramos? ¿Acaso las Moiras nos unieron para que trocáramos en aprendices de sabios? ¿Acaso los dioses fueron complacientes con nosotros?

La realidad nos muestra que sí, que los astros se conjugaron para que una tarde como cualquier tarde nosotros dos, tu y yo, cada uno por su lado llegara a un lugar perdido en los rededores de CU. Fue un bar de mala muerte donde extrañamente comenzamos a hablar. Fue con cerveza en mano que nuestros brazos se abrieron y nos abrazamos para nunca más soltarnos. Te tengo en los brazos, y soltarte no quiero.

Años atrás. No sé cuántos, no importa cuántos. Ahora estamos y eso es lo que importa.

Tanto nos hemos platicado, tantas cosas nos hemos dicho, y no pocas hemos intuido. Mi querida amiga, eres un dulce que ya sabe su contenido pero que se rehúsa a probarse. No pocas noches de platicas nocturnas hemos charlado y terminas aceptando cosas que ya sabías pero que te negabas a aceptar. Te niegas en muchas cosas. Te caes negándote.

Y que se caiga el mundo si tú te caes. Pero te caes y te sigues cayendo. No te cansas. Eres eterna en tu angustia, en tu incertidumbre de no saber, de no querer saber qué es lo que pasa. Triste situación cuando todo ya sabes. Te conoces tan bien. Te conozco también. Y muy bien. Mi amiga. Mi "danone".

Esto que escribo no se agota contigo, no se agota ahora ni mañana cuando vuelvas a leer esto. Se agotará cuando ya no importe, cuando ya nada valga. Entonces. Pero ahora no. Lo que escribo sigue y sigue, esta no será la única. Será la continuadora de miles de frases de miles de ideas que muchas noches atrás nos contamos, nos confesamos.

He llorado y carcajeado contigo. He llorado y me he carcajeado, de ti, contigo, de todos. Pero siempre fiel a la verdad, nada te he ocultado, y tú tampoco, espero. Leyéndote te conocí. Y así te he de conocer más. Así te enterarás de mi muerte y así nos despediremos.

Las personas de letras, viven en las letras. A ti te guardo en un libro de Sabines. Ahí te tengo y ahí charlas con él y con otros. Te tengo con Sor Juana y con Pita. Con Márquez y con Baudelaire. Eres compañera de Platón y discutes con Patricio.

No me dejas. Platico contigo siempre. Te tengo en la cabeza. Eres una voz que no me deja. No quiero dejarte. Tú no quieres dejarme.

Explótate reina, siéntete, emociónate, vívete. Y que todos mueran en tu explosión. Que todos sintamos que algo cambió. Que alguien renació.

Entrégate a la profundidad, a lo eterno, con Dios y con el diablo. Y luego escríbeme una carta. Antes no. No deseo perder mi tiempo.

martes, 26 de agosto de 2008

A Rodrigo... [debiéndote] [regresiones]

Casi un año. Casi un año después de la primera intento hacer la segunda. Pero no intento, no eso no, no te permito eso ni me lo permito a mí. Esta es la segunda. La segunda de muchas, de todas y quizá en pocos años, de ninguna.

Fue hoy o quizá ayer cuando leí la primera mía, esa primera con la cual inició lo que aún sigue. Para contarnos todo, o quizá lo más que podamos, lo más que aguantemos. Leerla fue fuerte. Muchas cosas dije y no todo era mentira, pero tampoco todo era verdad. Pecados pocos en comparación con los que ya llevo. Nada me extraña y eso es lo que me ocupa. La falta de extrañeza. Me expiaré contigo, serás mi confesor y sólo eso, no tolero más de un igual, no permito faltas al respeto de cualquiera, y ser verdugo cuando no puedes ser juez me parece una grosería. Tu bien lo sabes. Ni a ti ni a mí. Por eso sólo mi confesor, me leerás, me has leído y eso agradezco...

Lamento fallarte, lamento no poder  contestar tu respuesta, pero las cosas se pierden y tu carta pérdida está. Ya la encontrarás, ya la tendré. Y cerrado el círculo será.

Ahora te digo. Años atrás he pensado en depresiones y conjuros, en decadencia y en embrujos, ahora mismo lo hago. Mi cuerpo me señala lo que ya mi ánima me decía, me gritaba. La enfermedad. Nada raro es que lo diga, ni que lo diga ahora, precisamente ahora que estoy enfermo, sino lo raro y sumamente lamentable es que lo haya dicho siempre, así lo dije en mis 10, en mis 14, en mis 17, y lo digo ahora en mis 23. La enfermedad.

Lo dije en mis 10 con mi primera soledad, con la primera idea, el primer suspiro y el primer llanto... todo por él, por ese que se me perdió años antes, que me obligo a entregarme a lo que no era mío. A lo que era de ella y sólo por ella. Le lloré sin saberlo y lo busqué sin quererlo. De llanto en llanto la enfermedad en mi cuerpo crecía, se extendía, aparecía. Nada se debía saber, necesario para el mundo no era, el infierno era mío. Yo habría de quemarme solo.

De mal gusto es siempre sufrir en público, o como te he dicho citando una fuente no muy elegante, "cuídate de los que quieren que se sepa su sufrimiento"... nada de eso hago ahora, nadie conoce de lo que hablo, acaso tu, quizá tu.

Y Dios sabe que me quemé en mis 10, y carecía de él y de ella, y nadie había, y nadie aparecía. Sólo el diablo tentándome a irme, con él, con ellos, a la nada del silencio, a la nada de lo negro. Y nada pudo lucifer hacer, sus querencias llegaron tarde. Ya estaba yo hundido en la nada negra y silenciosa. Desesperado me entregue al despecho.

Nada se decía, ni el mismo Dios me hablaba y le escupí y le negué. Como infante le negué, le desconocí y me lo tragué. Amargo veneno que me perdió aún más. Y perdido entre niñez y amargura crecí. Y pasaron los meses, querido amigo, y pasaron años y la enfermedad seguía. Yo era ella o ella era yo. Me encerré, me comí a mi mismo y nadie sabría cual es mi sabor, me vomité yo mismo y nadie sabría como es devolverme, nadie me tuvo, no me conocieron... Ya sólo había carne y huesos, todo fue devorado por mí. Si nadie me tuvo, si nadie me hablo y nadie me repeló, me tendría yo. Me poseería, me tomaría y nadie más, nunca más, estaría dentro de mí. No podrían. No pueden.

No robé nada, no hay mascara que no se explique ni infame que no tenga algo de bondad. Me entregué a mí. Porque en mis diez, nadie se entregó a mi. No pudieron entregarse, no pude recibirlos. Fui impotente, fui cobarde e infame, grosero y pedante...fue el comienzo del yo.

 

...

 

Así empezó mi querido amigo, así en mis diez se juntaron todos mis diez, y esa explosión de todo, de mugres y rencores, de suspiros y regresiones trocó en un niño ensimismado, tranquilo, lector, inteligente, maduro, ensombrecido, amargado, soberbio...

Una primera confesión te doy, y serás mi confesor querido amigo pero no me darás aves marías para expiarme, no son suficientes, no las das y no las quiero. La noche me llevaré en eso. La vida.

 

Espero respuesta.

jueves, 28 de febrero de 2008

A BeRnArDo

Oda a Una Ilusión.

Como una ofrenda a aquel que me acerca a lo eterno, al que amante se me escapa.

“veo mi final cercano, tengo a la muerte a mi siniestra y ella susurra décimas a la locura”


Es aquí que te digo lo que mi alma me grita cuando lejos o cerca te encuentras de mi, cuando en física presencia te poseo o en diáfana idea te alejo de mi, es ahora que un mar de emociones arremete contra mi empequeñecida razón y es justamente ahora cuando, a modo de misiva me expío de cualquier pretensión.

Es por mí y en mí, que lo siguiente te doy…


I
Ya te he abierto mi alma, ya mi corazón te entregué, nada más puedo darte o ¿acaso quieres más? Nada tengo más que ofrecerte, ¡sino sea lo dado ahora magnificado! Mi cariño ya tienes, no hay reto ni emoción, ni juego ni galardón; no hay batallas que luchar ya rendido estoy… ¿acaso te tengo yo?

II
Horas atrás, incontables, irrecordables, hablaste con voz, con letra fuerte y asesina:

“amigos” dijiste y con esa piedad iniciaste mi calvario… terquedad humana contra la cual no habría que luchar… ciegamente, tontamente creabas vida, cada beso, cada caricia, cada palabra ¿y decías estéril? Falacia pues en un tornado de emociones me encontraba sintiendo vida de mil soles, bellas sensaciones, lindas emociones que me acercaban a lo eterno, ¿y decías estéril? Si me sentía vivo, me siento acaso, ¡¡vivo!! como es menester vivir, dentro de mí nacen universos y se consumen galaxias, la vida sencilla y fácil se movía en mi alma… y ¿estéril decías? Si al encontrarte enfrente de mí con una sola palabra en mi mente las ideas surgían como de un manantial… si con el solo pensarte el rostro cambiabame de color… ¿estéril? Tú…

La esterilidad guarda un gran problema, y es que supone la nada… y la nada en las relaciones humanas es casi imposible, pues es que el odio es producto del amor y la muerte consecuencia de la vida, y en tales dualidades o ya sean causalidades no hay un dejo de esterilidad… lo estéril es nada, ni amor ni odio y esbozo en este momento una sonrisa y te digo que, ya sea a tu pesar o en tu gracia, el amor y el odio se guarda en nuestra relación… ¿odio o amor guardamos?

III
Amigos no, de ti prefiero ser nada a que tu seas de mi un todo… reniego de la fría fraternidad, reniego y alejo de mi cualquier posibilidad de ser ahora tu amigo… no puedo, no ahora que es cuando te quiero… abigarrado estoy de ideas y sentimientos, de mi boca mil promesas y una mentira son escupidas por ti…

“te odio como sólo se puede odiar a aquel que quieres,
te quiero como sólo se puede querer a aquel que quieres odiar…”


La amistad contigo se me presenta horrorosa, despiadada y obscena, ahora no quiero eso, ¿lo quieres tú?

IV
Es cierto que siendo como soy, un pensador que basa su pensar en los clásicos griegos no puedo menos que desechar cualquier pensamiento en contra de la “amistad”, no niego de ella su magnanimidad, pero acepto la mortalidad de la misma, me caso pues, con la eternidad del amor… muchos y ningún camino tenemos, todas y ninguna posibilidad poseemos, podemos ser todo juntos o ser nada separados… la esterilidad…. Y sólo con distancia, sólo así podría creer en tu aseveración pues es sólo con ella que lo estéril es posible, es decir, en nada. Y tú y yo ¿acaso somos nada?

V
Siento miles de serpientes devorando mi alma cuando siento tu lejanía, tu irte… alfileres en el pecho sufro cuando el silencio sepulcral se presenta…. Siento espasmos de muerte cuando de alguien más hablas, como si al nombrarlos de mi te olvidarás un poco, ¿celos? Infante no soy para sentir eso, es ¡miedo!... de ellos nunca, ni de lo que con ellos hagas o de ellos pienses, sino de que a mi ya no me quieras, ni me hagas ni me pienses… te vas con ellos… y te vas de nuevo, y te quedas, y regresas… al quedarte me condenas, al irte me asesinas…

VI
Muchos son los “amores”, muchos aquellos que buscan indulgencias para la soledad en tu persona, varios los que te roban una idea y algunos los que te hurtan una emoción… nada de eso quiero, demasiado vulgar, el robar nunca ha sido mi oficio… mas te doy vida, creación, eternidad no sucias indulgencias para mitigar la soledad. ¿Algo nuevo te doy?

VII
El vacío en mi pecho crece, aumenta, se expande… un golpe siento, ¡¡me anticipo a tu lectura!! Y vislumbro una oración; cierto es que nada prometiste, cierto que poco ofreciste… ¡Ah! Tonto corazón el mío que con poca cosa se emociona, nada de lo por ti dicho lo detuvo en su camino a su perdición… enamorado estoy, triste situación la mía, rica en oportunidades la tuya… mi mente da vueltas, un torbellino de emociones, un tornado de sinsabores y un huracán de ilusiones que me mi torpe mano ahora no puede describir…me adelanto a tu lectura, ¿ríes acaso de este romántico que te ofrece lo no pedido?

VIII
Dios guarde lo que siento, y que el diablo guíe mi boca; pido clemencia a tu persona, asesíname si amarme no puedes, olvídame si tenerme no quieres… no castigues al amante con migajas de cariño, no condenes al ya condenado a acrecentar su pena… ¡¡mátalo!! Rompe cualquier ilusión, destruye cualquier imaginación, no seas cruel con el que te quiere ¿acaso su pena entenderás?

IX
Grande te tengo, soberbio te veo, no hay en mi ego que “tocar” o juego que jugar ya tuyo soy; mi alma graciosa escapa a teorías y paradigmas de relaciones de poder; ya que nada tiene que perder, no hay poder donde no hay guerra, expío de nosotros toda guerra... emoción le resto al reto, aparto de nosotros frivolidad y alejo a la grotesca vulgaridad de lo que tenemos, ¿algo tenemos?

X
Altivo ahora estarás, quizá siempre lo hayas sido; hombre muy humano te reconozco y por ello es que al alejar y extraviarme de cualquier reto, el extraviado sea yo al menguar tu interés… pero no quiero insultar a tu razón, que confiado en su existencia vivo, ya que ciego no eres, así no te conozco… sabrás a bien entender que el reto eterno, el importante, el único, el imprescindible, no se limita ni se encierra en relaciones de poder, trasciende todo eso, trasciende nuestra triste humanidad, nuestra pequeña mortalidad… al alejarse uno de lo frívolo y superficial es cuando nos alejamos de esa triste mortalidad… de nuestra pequeñez… de nuestras limitantes… somos dioses… ¿o quizá demasiado mortal seas?

XI
Sabes que te quiero y sabes cómo te quiero y sobre qué te quiero… no permitas, ni a ti ni a mí, que una ilusión crezca, no me eleves para luego dejarme caer al precipicio… venturosa muerte que ahora no deseo, pero de la cual ya soy sujeto… ¿dejarás caer a este que te quiere?

XII
Soy sólo un muchacho, un mortal, un aprendiz de sabio que ahora, a modo de misiva, te está pidiendo que lo quieras, que estés… te está pidiendo a ti… y qué si lo pedido no puede ser permitido, que con el cariño que puedas tenerle lo dejes ir, no ensucies su amor con una piedad convertida en amistad, convierte tú en un recuerdo y a él en una ilusión… ¿ilusión eres?

XIII
He luchado desde el principio por no quererte, por impedir que entraras en mi, por evitar pensarte y sentirte, por conjurar lo que ahora eres en mi… he fallado como bien sabrás, ni conjuros ni sortilegios han impedido que te quiera… siento demasiado, a saber de lo que siento, esto fue lo último que escribí:

“mi camino a lo eterno eres, eso eres solo,
sólo eres eso, eres a lo eterno mi camino”
“mi único ahora eres, nadie más hay,
mas hay nadie, único eres ahora mío”

Rendido y vencido ahora estoy, la sentencia inamovible espero ya; convertido ahora en verdugo te encuentras; enmascarado ¡deja caer el hacha!... todo cambiará… ¿dejarte caer sabes?

XIV
Un regalo extraño te doy, parece que demasiado de ti pido ¡mas bien sé, lo que a riesgo de sufrir, puede pasar! Soberbio soy ahora, entre tanto te pido disculpas por ello, no puedo menos que darte lo que soy y seré, ¿menos cosa merece al que quieres?... te entrego ya mi alma, mi corazón y mi cuerpo… y si de tal entrega nada quieres, todo yo sabré entender… ¿entiendes tu?

XV
No dudes de que grandes cosas pienso de ti, sabes bien cuanto me alegra saber de ti y de tu vida, sabes bien que te quiero en demasía y que en estas últimas semanas no ha pasado día que no te presentes en mis pensamientos… pero como bien pensarás ahora, todo eso es lindo, pero no suficiente para quedarte a mi lado, para yo quedarme a tu lado… placer grande ha sido el conocerte, el tenerte, saborearte, vivirte, soñarte, aprehenderte y aprenderte, ilusionarte y quererte… ¿placer he sido yo?


Cómo concluir me pregunto, si parece que la misma misiva es una conclusión a lo que somos y tuvimos… pues después de esto (aunque parece que los hechos se han adelantado a mi carta, no así a mis ideas) algo acabará… todo cambia cuando el corazón se abre, todo concluye y todo comienza… nosotros concluiremos, no sé cómo, ni cuándo. Esperanzas tengo, triste mujer que no me abandona.


(En ésta parte de la carta venían un discurso lindo, que concluía con una promesa, ahora ya no viene al caso)


Si acaso la promesa de nada sirve (y de nada sirve porque no fue escrita) aseguro ahora en una suerte de profecía, que ya nos encontraremos al tiempo en el tiempo, con otras cicatrices, otras historias, otros sueños y otros amores… más crecidos, mejores personas y mejores seres humanos… y quizá en dicho encuentro nos hablemos, y quizá en ese encuentro nos contaremos nuestras historias, nuestros pequeños infiernos y nuestros grandes paraísos, recordaremos un amor frugal, que alguna vez nos fundimos en un beso y quizá, quizá podamos ser amigos … talvez la amistad (y la amistad propia entre amigos y no la que existe entre amantes) para nosotros este negada…

Ya el encuentro podrá ser en un mes, un año o quizá nunca… dejemos al destino, a falta de voluntad de nuestra parte, la tarea de unirnos en un vencido encuentro ¡¡Vae Victis!!



“Veo mi inicio cercano, tengo a la esperanza a mi diestra y ella susurra décimas de amor”

lunes, 21 de enero de 2008

A LuCíA

No estoy en tierras provinciales, mágicas y tragadas por la niebla, tierras en los cielos de nuestros corazones y de nuestras imaginaciones, me encuentro en un cuarto de concreto, limitado, conocido pero que me posibilita el reposo. Mismo que ahora, en un momento de voluntad implacable, me permite contestar aquellas líneas que me escribiste en otras tierras. Líneas muy ricas me has dado a comer, las he saboreado una y otra vez y no me canso de ser un glotón ante semejante manjar. Es pues, que celebro tu ofrenda a este amigo tuyo que ahora te contesta, la celebro como una oda a nuestra amistad, a nuestro amor y a nuestra confidencia.

Me alejo y nos alejo de lo sacro, me permito ser más bien un humano como mi despiadado Terencio lo señala; nos permito humanidad y ya que el amor sólo vive en nosotros a permiso del Él, nos permito entonces el amor que es ahora lo que hago. Te doy mi amor, pues nada más tengo. Es fuego lo que tengo dentro y mi ofrenda a ti, mi querida y más confiada amiga, es ésta:

“años han pasado desde que nos conocimos, recuerdo pocas cosas realmente de aquellos no tan lejanos pero tampoco tan cortos tiempos; te recuerdo mujer, afable, linda, tierna y amorosa, me encantaste y por eso no pude más que alejarme de esa figura que parecía un fantasma de viejos tiempos, una ninfa perdida en el concreto de la Universidad, que prometía perderme por senderos insospechados de dulzura y cariño… no era posible… esta ciudad que me prometía tantas penas, se me presentaba de una forma demasiado amable; eras una sirena que con dulces cantos intentaba perderme en los mares furiosos de la emotividad humana… Pero no fui como el buen Odiseo, no pude y no quise amarrarme a mi barca y escucharte y no caer, te escuché y caí en esas furiosas corrientes de amor y desamor, de odio y rencor, de abrazos y desprecios… Eres Diotima, eres Dulcinea, eres la mujer, lo femenino… lo que permite al hombre descubrirse como animal, como un animal emotivo, humano demasiado humano… Gracias”

“Fuiste mucho y nada, porque a veces te tenía y otras te perdía, porque no fuiste constante, porque tu presencia se me escapaba, pero siempre regresabas, ya cuando yo te imaginaba perdida, ya como uno más de tantos recuerdos, aparecías con esa luz que te rodea y no podía menos que rendirme de nuevo ante tan hermosa imagen… no lloraré por el azul, no lloraré por algo eterno, no lloro tu desidia, celebro tu regreso, pues contigo soy… soy lo bueno y lo malo, soy la serpiente y el águila, el sol y la luna, ¿acaso contigo lo eterno conoceré? Y es que he estado muy cerca de mis contrarios…. Te he odiado y te he amado, he deseado tu vida y tu muerte… Te Amo mujer… eso es lo que digo…”

“Yo si te probé, fuiste un bocado sabroso, exquisito; como un niño que ve el caramelo, que lo ve con miedo por ser prohibido, que lo ve por tanto tiempo, que le rechaza no por falta de deseo sino por miedo a lo que vendrá, y así con prohibición y miedo, así te probé… Porque sospechaba lo que vendría… los mares tormentosos los veía en tus ojos… Te sigo degustando, sigues siendo prohibida y deliciosa, me matas y me das vida… y el miedo continua… lo femenino siempre ha sido tentador…”

“y el vino será bebido y la verdad será dicha, nosotros, uno, seremos juntos por tiempos futuros, ni el frío Cronos podrá alejarnos, ni el caliente Eros podrá separarnos… No pidas sueño para escuchar a tu corazón… pide vigilia para entender que tu eres corazón… nunca me has hablado con otra cosa, tu voz es un latido, tu cuerpo es un corazón… tu alma le pido a Dios, se conserve fresca en el adiós…”

Nunca en orden aparente parecen las ideas ir, pero siento que tú con tu oda y yo con mi ofrenda, hemos dicho más de lo que alguna vez nos hayamos escuchado.

“Mi Diotima, mi Dulcinea, destapa corazones, enciende fuegos y quema conciencias y ciudades, tu destino no es otro que el incendiarte a ti misma. Eres fuego y mujer, eres lo femenino, el pecado que ha de llevar a los hombres a la más hermosa redención”.

Te Amo (¿o acaso he dicho algo más?).