lunes, 8 de noviembre de 2010

Es tiempo de caminar un poco.

Debí haberlo sabido desde la primera vez que te vi a tu regreso. Se notaba, debí haberlo notado pero otras cosas ocuparon mi mente en ese momento. Estaba perdido, en otros lugares.

Tu distancia fue obviada, tu indiferencia, el frío del trato, lo pensado del contacto. Debí verlo pero no lo vi. Debí reconocerlo, sentirlo.

Al otro día fue todo más obvio, en unas horas en las cuales yo estaba en el pasado, embelesado con el pasado, tú analizabas el presente, vivías el presente, eras el único que se encontraba en su sitio, yo en otros lados, me perdí hasta en la noche.

Vi unas “manos entrelazadas” y aterricé de nuevo en el mundo, en el presente y el destino y la suerte me abofetearon al mismo tiempo. Dije cosas después, muchas cosas que en otros tiempos, en otros momentos te habrían desarmado, pero lo jodido era que ya no eran esos tiempos, no eran esos momentos. En ese ahora lo que dije resbaló en tu piel y de ahí no pasó.

Espere toda la noche por una respuesta, que en otros tiempos no hubiese tardado en llegar, yo lo hubiera hecho, yo lo haría, pero a ti el presente ya te había seducido, vivías y yo seguía en la espera, charlabas, jugabas, corrías y yo sentado esperaba a que el pasado volviera.

Esperé. Esperé hasta hace unas horas.

Después intercambiamos ideas, pero nada, tú ya no estabas conmigo, te habías ido muy lejos, con otros más, en lugares donde yo no estaba, no podía estar. Dijiste que estarías pero los dos sabíamos, yo más en silencio, que no volverías. No supe, no me di cuenta, aunque debí haberlo visto. Golpeaba a la vista.

Esperé. Nada obtuve. Ya estabas lejos, corriendo, charlando, riendo, viviendo y yo, sentado, esperando a que el pasado volviera.

Me he dado cuenta, esperé hasta hace horas. Pero lo he visto ahora.

Es tiempo de pararme y caminar un poco.

martes, 20 de abril de 2010

Al “soñador”

No hay palabras y sobran punzantes sentimientos. La garganta se cierra, el pecho se abre y quiero gritar y escupir mi decepción, mi tristeza.

No tengo qué ofrecer, no hay estabilidad ni viejos recuerdos, no tengo lacerada la piel con tus besos ni teñido el cabello con tus cariños, me faltan insultos y me sobra “incertidumbre”… No tengo más que ofrecer que el futuro, ¿pero qué hacer si tu quieres al pasado? No tengo nada comparado con tus ayeres.

Miles de esperanzas podría tener, miles de ideas y buenos deseos que me ayuden a bien pasar tu falta… A bien saborear el dulce trago de ausencia que recorre mi boca. Pero no las tengo, serás el trago que se va y arde y te saca las lagrimas. Hasta ahí.

Pero aquí te quedas, en estás líneas, como se quedaron muchos, como todavía se quedaran otros pocos. No es sencillo, nunca lo fue ni lo será. Pero debo dejarte, debo de expiarme de tantas fantasías y seguir en este valle de mascaras y pretensiones. Mi última pretensión será esa.

No queda otra cosa que sacar lo mejor de lo que pasó, un buen recuerdo, una sonrisa perdida, una añoranza tardía, un suspiro que mitiga… motivos para no ser lo que nunca quise ser, para no ser eso que ahora te lamento, eso de lo que eres presa… me niego a ser tu.

Un buen viaje te queda, complaciente, tranquilo, conocido… larga y tranquila vida, como los viejos serás viejo y amargado recordarás lo que nunca fue. Yo seré en tus recuerdos una “posibilidad” un “si hubiera”… la peor de tus pesadillas, el peor de tus infiernos; o seré nada… y hasta ahí me quedaré.

Me quedo yo aquí. Escribiendo, escuchando, despertando y me quedo solo. Solo despierto. Y envidio en estas horas malditas al que sueña contigo… Necedades del despierto querer dormir de nuevo. Bienaventurados los que sueñan pues nunca sabrán del dolor del corazón.

Tiemblan mis manos. Mi corazón helado se aferra aún y no quiere dejar de sentirte… Hasta mañana serás el olvido, mi olvido… ¿Qué sabes tu del olvido?… los que sueñan nunca olvidan, nunca saben, nunca sufren…

No despiertes, no vuelvas, no resucites… Quédate allá, con tus sueños y tu soñador… No despiertes… No hasta que yo duerma en el sueño eterno y de ese no pueda despertar…

Así termino. Así te acabas. Así nos acabamos en esta línea y le pido a Dios que de estas nunca escapes.

lunes, 18 de enero de 2010

hoy me digo a mi… [sin afán de ser contestado]

Hoy te propongo una cosa.

Deja de ser tu y conviértete en alguien más. Renuncia a tus posesiones, a tus anhelos y sueños. Déjalos para mañana, para pasado mañana.

Voltea a ver a tu familia y no sientas nada, se un desconocido entre los tuyos y teme y recela de los que te aman. Cámbiate el nombre y ponte “x” o “y” pero deja atrás el que era. Llámate en silencio y calla cuando enuncien tu pasado.

Te pido que mires al mundo y no te reconozcas en él, que la felicidad te sea extraña, que la tristeza sea un mal sueño, que no sientas lo que sentiste ayer.

Se una piedra o una flor, pero ya no seas tu. Por hoy, no seas tu. Se otra cosa.

Piensa como indigente, como asesino o como presidente. Piensa como tu no piensas, actúa como tu no actúas. Se como tu no eres. Sólo por hoy.

Arriésgate y desconoce tu casa, tu auto, tu ropa. Sal a caminar y sorpréndete de todo. Porque todo será nuevo para un recién nacido como tu.

Te imploro que no recuerdes nada, ni a tus amigos ni a tus enemigos. Trata con despecho al que te ha amado y con amor al que te lastimado. Se otro, que no tu. Lee los libros que siempre has leído y permítete que no te gusten.

Hoy te pido que nazcas de nuevo, que veas al mundo sin basura en ojos, que lo veas como es.

Y cuando cansado y sorprendido regreses a casa, ya a tu casa.

Te pido que no intentes volver a ser lo que eras.