No estoy en tierras provinciales, mágicas y tragadas por la niebla, tierras en los cielos de nuestros corazones y de nuestras imaginaciones, me encuentro en un cuarto de concreto, limitado, conocido pero que me posibilita el reposo. Mismo que ahora, en un momento de voluntad implacable, me permite contestar aquellas líneas que me escribiste en otras tierras. Líneas muy ricas me has dado a comer, las he saboreado una y otra vez y no me canso de ser un glotón ante semejante manjar. Es pues, que celebro tu ofrenda a este amigo tuyo que ahora te contesta, la celebro como una oda a nuestra amistad, a nuestro amor y a nuestra confidencia.
Me alejo y nos alejo de lo sacro, me permito ser más bien un humano como mi despiadado Terencio lo señala; nos permito humanidad y ya que el amor sólo vive en nosotros a permiso del Él, nos permito entonces el amor que es ahora lo que hago. Te doy mi amor, pues nada más tengo. Es fuego lo que tengo dentro y mi ofrenda a ti, mi querida y más confiada amiga, es ésta:
“años han pasado desde que nos conocimos, recuerdo pocas cosas realmente de aquellos no tan lejanos pero tampoco tan cortos tiempos; te recuerdo mujer, afable, linda, tierna y amorosa, me encantaste y por eso no pude más que alejarme de esa figura que parecía un fantasma de viejos tiempos, una ninfa perdida en el concreto de
“Fuiste mucho y nada, porque a veces te tenía y otras te perdía, porque no fuiste constante, porque tu presencia se me escapaba, pero siempre regresabas, ya cuando yo te imaginaba perdida, ya como uno más de tantos recuerdos, aparecías con esa luz que te rodea y no podía menos que rendirme de nuevo ante tan hermosa imagen… no lloraré por el azul, no lloraré por algo eterno, no lloro tu desidia, celebro tu regreso, pues contigo soy… soy lo bueno y lo malo, soy la serpiente y el águila, el sol y la luna, ¿acaso contigo lo eterno conoceré? Y es que he estado muy cerca de mis contrarios…. Te he odiado y te he amado, he deseado tu vida y tu muerte… Te Amo mujer… eso es lo que digo…”
“Yo si te probé, fuiste un bocado sabroso, exquisito; como un niño que ve el caramelo, que lo ve con miedo por ser prohibido, que lo ve por tanto tiempo, que le rechaza no por falta de deseo sino por miedo a lo que vendrá, y así con prohibición y miedo, así te probé… Porque sospechaba lo que vendría… los mares tormentosos los veía en tus ojos… Te sigo degustando, sigues siendo prohibida y deliciosa, me matas y me das vida… y el miedo continua… lo femenino siempre ha sido tentador…”
“y el vino será bebido y la verdad será dicha, nosotros, uno, seremos juntos por tiempos futuros, ni el frío Cronos podrá alejarnos, ni el caliente Eros podrá separarnos… No pidas sueño para escuchar a tu corazón… pide vigilia para entender que tu eres corazón… nunca me has hablado con otra cosa, tu voz es un latido, tu cuerpo es un corazón… tu alma le pido a Dios, se conserve fresca en el adiós…”
Nunca en orden aparente parecen las ideas ir, pero siento que tú con tu oda y yo con mi ofrenda, hemos dicho más de lo que alguna vez nos hayamos escuchado.
“Mi Diotima, mi Dulcinea, destapa corazones, enciende fuegos y quema conciencias y ciudades, tu destino no es otro que el incendiarte a ti misma. Eres fuego y mujer, eres lo femenino, el pecado que ha de llevar a los hombres a la más hermosa redención”.
Te Amo (¿o acaso he dicho algo más?).