martes, 20 de abril de 2010

Al “soñador”

No hay palabras y sobran punzantes sentimientos. La garganta se cierra, el pecho se abre y quiero gritar y escupir mi decepción, mi tristeza.

No tengo qué ofrecer, no hay estabilidad ni viejos recuerdos, no tengo lacerada la piel con tus besos ni teñido el cabello con tus cariños, me faltan insultos y me sobra “incertidumbre”… No tengo más que ofrecer que el futuro, ¿pero qué hacer si tu quieres al pasado? No tengo nada comparado con tus ayeres.

Miles de esperanzas podría tener, miles de ideas y buenos deseos que me ayuden a bien pasar tu falta… A bien saborear el dulce trago de ausencia que recorre mi boca. Pero no las tengo, serás el trago que se va y arde y te saca las lagrimas. Hasta ahí.

Pero aquí te quedas, en estás líneas, como se quedaron muchos, como todavía se quedaran otros pocos. No es sencillo, nunca lo fue ni lo será. Pero debo dejarte, debo de expiarme de tantas fantasías y seguir en este valle de mascaras y pretensiones. Mi última pretensión será esa.

No queda otra cosa que sacar lo mejor de lo que pasó, un buen recuerdo, una sonrisa perdida, una añoranza tardía, un suspiro que mitiga… motivos para no ser lo que nunca quise ser, para no ser eso que ahora te lamento, eso de lo que eres presa… me niego a ser tu.

Un buen viaje te queda, complaciente, tranquilo, conocido… larga y tranquila vida, como los viejos serás viejo y amargado recordarás lo que nunca fue. Yo seré en tus recuerdos una “posibilidad” un “si hubiera”… la peor de tus pesadillas, el peor de tus infiernos; o seré nada… y hasta ahí me quedaré.

Me quedo yo aquí. Escribiendo, escuchando, despertando y me quedo solo. Solo despierto. Y envidio en estas horas malditas al que sueña contigo… Necedades del despierto querer dormir de nuevo. Bienaventurados los que sueñan pues nunca sabrán del dolor del corazón.

Tiemblan mis manos. Mi corazón helado se aferra aún y no quiere dejar de sentirte… Hasta mañana serás el olvido, mi olvido… ¿Qué sabes tu del olvido?… los que sueñan nunca olvidan, nunca saben, nunca sufren…

No despiertes, no vuelvas, no resucites… Quédate allá, con tus sueños y tu soñador… No despiertes… No hasta que yo duerma en el sueño eterno y de ese no pueda despertar…

Así termino. Así te acabas. Así nos acabamos en esta línea y le pido a Dios que de estas nunca escapes.