De todititos los infiernos.
Así es el tiempo que nos rodea. Así el tiempo que nos rodea nos ha rodeado por muchos años, desde niños, desde siempre.
Yo ya estaba cuando tu llegaste. Ya era mío el lugar y tuve que compartirlo, tuve que darte lo que era tuyo, lo que es tuyo.
Han pasado muchos días desde que nos conocimos, tantos que no recuerdo si era lunes o martes, si fue en la tarde o en la noche, pero sé que fue hace mucho y nada ha sido igual desde entonces.
Eres toda la familia hecha una persona. Todos los años de “pancha” y de Ricardo los llevas encima, todas las historias de “mella” y Luz las tienes en tu boca, todos los gritos, llantos, lagrimas y risas las tienes en tu memoria.
Tu madre fue hermana de mi madre. Y yo soy hermano tuyo. Nos unieron desde niños, la tierra que nos vio dar los primeros pasos coció lo que apenas había salido, el calor de aquellas viejas tierras nos unió para siempre.
Aún falta mucho por andar, pero sé que andaremos juntos. Los dos caminamos lento y ya despacio, al tiempo y con tiempo nos encontraremos acompañándonos en este camino largo muy largo que apenas comienza.
Serás vieja como la abuela, grande y decidida. Te veré vieja y nos daremos un último abrazo cuando las noches de nuestra vida sean tantas que su oscuridad multiplicada nos haga dormir una última vez.
Serás vieja como la abuela y en esos últimos tiempos caminando de bajo de antiguos tamarindos recordaremos que nuestros ombligos están enterrados en la misma tierra donde nosotros descansaremos esa misma noche, esa la noche más larga de nuestra vida.
De esas tierras quemadas por el calor, de esas tierras primeras de nuestra infancia, de esas tierras ahora lejanas saldrán voces cansadas que hablaran de como dos niños, dos hermanos, jugaron a vivir y vivieron jugando.
Y cada que el calor nos recuerde esos tamarindos, esas calles polvosas y esos charcos que parecía océanos, cada que eso pase recordaremos que estamos jugando y que jugando moriremos…
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